¿¿¿UN DIOS A LA CARTA???

La semana pasada conversaba con un amigo sobre una noticia que había visto en el telediario. En una encuesta sobre síntomas del coronavirus,  un 70% de los encuestados confesaba haber ido al trabajo con síntomas compatibles con el Covid 19 ocultándolo, por miedo a perder su empleo. Mi amigo opinaba que eso estaba muy mal, que no era lo correcto y yo argumentaba que no conocemos las circunstancias de esas personas. Quizá sea un padre o madre de familia que cuentan con ese único ingreso económico para vivir y que si pierde el trabajo no podrá hacer frente a los gastos que tengan ni podrá alimentar a sus hijos y que podrían terminar en la calle desahuciados y apartados de la sociedad. Le decía que el miedo es libre y que la responsabilidad de mantener a una familia es muy grande. Yo le preguntaba que haría él en ese caso y no dudó en contestar que él avisaría de que tenía esos síntomas. Yo, en cambio, dudaba.

Al día siguiente ojeando los textos bíblicos que la Iglesia proponía  para ese día me llevé una gran sorpresa. Aunque a algunos os cueste verlo, el Señor nos habla todos los días, se comunica con nosotros a través de Su Palabra, la Biblia, y a mi me aclaró mis dudas.

En la primera lectura el profeta Amós advertía a Jeroboam, rey de Israel, de que su forma de gobernar le llevaría a la muerte y a su pueblo al destierro pero este rey no quiere oírlo, no le interesa lo que le dice y lo expulsa del país.

El salmo propuesto decía que los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos y que la ley del Señor es perfecta.


Me quedé meditando sobre esto y sobre la conversación con mi amigo y me di cuenta que mis dudas sobre lo qué haría yo si me encontrara en una situación parecida a la de la noticia del telediario, son muy humanas y normales pero por muy humanas y normales que me parezcan no deben confundirme. Dios dice claramente que la vida humana es sagrada y si yo ocultara que tengo síntomas de coronavirus y realmente estuviera infectada estaría poniendo en peligro la vida de otros además de la mía.


 Jesús nos habla del amor al prójimo y ¿que clase de amor al prójimo practico si sólo pienso en mi y mis circunstancias? 

Mis dudas, igual que las de muchas personas sólo son fruto del miedo y el miedo no es más que falta de confianza en Dios. Es difícil verlo de esta manera porque, en  ocasiones, tendemos a culpar a Dios de nuestras desgracias cuando, la mayor parte de las veces, la culpa es nuestra. Dios no tiene la culpa de que nuestra sociedad funcione así, no es responsable de la precariedad laboral ni de la desconfianza de las personas, esto sólo es fruto de nuestras acciones y decisiones. 

A veces decimos (o al menos yo lo tengo dicho) que seguimos los mandatos de Dios pero anteponemos nuestras ideas, nuestras costumbres, nuestro parecer,  a Su Ley, queremos seguir a un Dios a nuestra manera. Lo aceptamos y seguimos cuando nos va bien y cuando nos resulta fácil cumplir sus mandamientos pero cuando las cosas no van como nosotros queremos, cuando la cosa se pone difícil entonces surgen las dudas, los peros, los " y si esto...y si lo otro" entonces hacemos como ese rey de Israel, lo apartamos, lo expulsamos de nuestra vida. 

Buscamos un Dios a nuestra conveniencia en vez de fiarnos de Nuestro Dios que, aún sin que nosotros sepamos cómo o sin entender de qué manera, siempre quiere lo mejor para nosotros y, sin merecerlo, nos ama como nadie nos amó ni nos amará nunca.

Quizá debamos dejar de quejarnos, de poner excusas y de justificar nuestras decisiones  y debamos ser más fieles a Él y a Sus mandatos porque como sigue diciendo el salmo "La ley del Señor es descanso del alma, Sus mandatos son rectos y alegran el corazón" y no hay mayor paz que la paz interior, la paz del espíritu que surge al tener la conciencia tranquila por saber que se está haciendo lo correcto, lo que agrada a Dios.


Ana Penas