Recordando a Juan Afonso

por Miguel Estévez

Conocí a Juan en 2022 y, desde el primer momento, me resultó fácil llevarme bien con él. Aunque nuestra amistad es reciente, la sensación que tengo es la de conocerlo de toda la vida.

Juan nació en octubre hace ya 93 años en el barrio de San Mauro, al que subía todas las semanas para comer con su hermana. Hizo la mili en Ceuta y se casó joven con Elisa, con quien me consta que compartió un matrimonio feliz. Cuando ella falleció, hace más de diez años, contaba que su enorme creatividad fue lo que más le ayudó a sobrellevar su ausencia.

Su imaginación no tenía límites: dedicaba muchas horas a las manualidades y cada Navidad montaba en su casa un Belén impresionante que hasta salió en una noticia del Diario de Pontevedra.

También le gustaba mucho pintar. Usaba técnicas diferentes con semillas, jugaba con el color... En una ocasión decidió vender sus cuadros, y el dinero (una cantidad considerable) lo donó íntegramente. Recientemente se hizo algo parecido con las cajas de fruta que él mismo había pintado y que se encontraban en Meu Lar, ese lugar de encuentro que tanto disfrutaba. Juan era de los que no fallaban nunca. Era el rey indiscutible de los torneos de la Escoba que celebramos allí, y su ausencia la notaremos todos los que compartimos nuestro tiempo con él los martes por la mañana.

Además de estar involucrado en las actividades de Meu Lar, ayudaba al Equipo de Ornamentación poniendo a remojo las esponjas para las flores, y acudía a la Adoración Nocturna a San Bartolomé. También se dejaba ver en las fiestas parroquiales, incluso estuvo de parrillero en alguna churrascada. A la misa de 12:30h de los domingos en la Basílica tampoco faltaba, siempre sentado en el segundo banco del pasillo central, a la izquierda.

A Juan también le gustaba mucho pasear. Antes de salir, tenía por costumbre rezar siempre una Salve a la Virgen. Soy consciente de que en mis paseos con él en las últimas semanas había mucho de despedida. Hablaba sobre su pasión por el Barça, de sus viajes a la ciudad de Barcelona, de la gente que conocía y de su época en la que vivía cerca de la Capilla de San Roque. Creo que merece ser recordado como una persona noble, generosa y buena, que se preocupaba por los demás.

Gracias, Juan, por tanto. Saber que estás de camino al Cielo amortigua este gran golpe.