SILENCIO Y RESPETO EN EL TEMPLO
Es clamoroso el desconocimiento que muchos católicos tienen del decoro y el respeto que se deben guardar para entrar, visitar y estar en sus templos. Este verano ha habido una gran afluencia de visitantes que se han acercado a conocer nuestra Basílica y me ha parecido desconcertante como se han comportado. He visto personas y grupos que entran en el templo como hordas armadas con sus teléfonos, haciendo fotografias y selfies como si estuviesen en una feria o en el mercado de abastos con un desparpajo que ni en un museo les estaria permitido. El silencio en el templo y el respeto ante el Sagrario han brillado por su ausencia.
Pués bien, Jesús dice "mi casa es casa de
oración”(Lucas 19,45-48) y como tal, debemos comportarnos. Se me hace difícil
entender que muchas de esas personas se hayan olvidado como comportarse, porque
seguro que en sus pueblos y parroquias no lo hacen.
Creo, es verdad, que hay un cierto desconocimiento de algunas cosas que, quizás por edad o costumbre, hacen mal. Ejemplos: en vez de hacer genuflexión y santiguarse ante el Sagrario, lo hacen ante el altar (muchas veces, desgraciadamente, un amago y un garabato), ante el Santísimo expuesto, ni una cosa ni la otra. Foto o paseo como si nada. Es dolorosa la indiferencia ante el Señor y el nulo silencio y respeto por las personas que están adorando y orando y, encima, si les dices algo te responden mal o refunfuñan y aún los hay que, si se les dice que no pueden visitar el templo porque va a comenzar la Santa Misa, te sueltan que tienen derecho a entrar aunque rechazan la invitación a participar en ella que siempre se les hace.
Y como no debemos "ver la paja en el ojo ajeno sin
antes ver la viga en el propio” hagámos examen de nuestros propios
errores, algunos clamorosos. Ejemplos:llegar tarde por sistema a la Santa Misa, no
hacer genuflexión ante el Sagrario ni arrodillarnos en la consagración sin
impedimento físico que lo impida (una inclinación profunda si es así) querer comulgar sin haber asistido
a la Eucaristía en su totalidad, marcharse antes de que el sacerdote se retire a
la sacristia, teléfonos que suenan y
algunos más
que, desafortunadamente, compartimos con los turistas y que convendría que
revisáramos.
Oremos por nuestros errores y faltas y las de los visitantes que se acercan a contemplar la belleza de Dios a través de nuestro templo y que el Señor y la Virgen de la Asunción nos miren con bondad, amor y misericordia y que nos ayuden a rectificarlos.
Carmen Sánchez