¡¡¡EXPERIENCIA EN TIEMPOS DE CONFINAMIENTO!!!

Hoy quiero compartir mi experiencia durante este  tiempo de pandemia, desde que se decretó el estado de alarma allá por el 15 de marzo hasta esta " nueva normalidad", momento en el que poco a poco y desde la prudencia vamos recuperando parte de la vida de antes. Y yo me pregunto ¿Realmente queremos recuperar la vida de antes? No me refiero a ir sin mascarilla o a recuperar los besos y abrazos, me refiero a algo más profundo, algo así como si después de este parón obligado en nuestra vida ¿Seguimos siendo los mismos?¿No ha habido ningún cambio?¿Ninguno? Si es así, que triste me parece que, de esta desgracia, no hayamos sido capaces de sacar algo bueno.

Estas preguntas me vienen a la cabeza después de escuchar y meditar el Evangelio del último domingo. En él se habla de la recompensa de Dios ante una actitud acogedora. Jesús le dice a sus discípulos " El que os recibe a vosotros, me recibe a mi y el que me recibe, recibe al que me ha enviado" y habla también de que esta actitud tendrá recompensa. Y aquí es donde llevo yo el Evangelio a mi vida y comparto lo siguiente:

Antes de iniciarse el confinamiento, y viendo como pintaban las cosas, me ofrecí en la parroquia para echar una mano en las necesidades de las personas más vulnerables. Mi idea era sobre todo ayudar a las personas mayores para hacerles la compra, ir a la farmacia,etc. Pero como ocurre siempre y como decía mi abuela " el hombre propone y Dios dispone" y Dios dispuso que echara una mano en Cáritas de la parroquia ya que la mayor parte de los voluntarios y voluntarias son personas mayores y por tanto de riesgo. Son maravillosas personas de entre 70 y 95 años que no dudan ni un segundo en entregar su tiempo y sacrificar su comodidad por el bien de los demás.

Tengo que reconocer que aún siendo asidua a la parroquia y conocedora de la existencia de Cáritas, nunca tuve la iniciativa de interesarme por cómo funciona este grupo. Sé lo que la mayoría de las personas, que ayudan a los necesitados pero no tenía ni idea de cómo lo hacen. Estar ahí, sustituyendo a esas maravillosas voluntarias, fue una experiencia que me ayuda a contestar a una de esas preguntas que hacía al principio. 

Sin duda ha habido un cambio en mi vida, alguno, un "pellizco en el corazón" siempre tan lleno de mí misma, de mis circunstancias, de mis problemas, de mi vida, yo, yo, yo, sólo yo.

La posibilidad de conocer de cerca, desde el interior, otras circunstancias, otros problemas, otras vidas, es una verdadera cura de humildad y duele. Duele sentirse tan egoísta , tan ignorante de la realidad que tenemos a nuestro lado y no valorar debidamente la generosidad de los demás. Sin entrar en detalles, porque ante todo la discreción y el respeto por la dignidad de las personas demandantes de ayuda es algo sagrado, tengo que decir que me ha sorprendido mucho la alegría que encontré en ambos lados, en los que piden y en los que dan. Unos, aunque la vida no les resulta cómoda por las estrecheces que pasan, nos cuentan (mientras esperan a ser atendidos) cosas de su vida, anécdotas, experiencias, vivencias, etc... con naturalidad, con alegría, haciéndonos mutuamente amena la espera. En este tiempo aprendes a conocerlos y a ver en ellos a personas, muchas veces, con una formación impresionante que, por circunstancias de la vida, queda desaprovechada y los admiras y los quieres. Y por otra parte están los que dan, su tiempo, su cariño, su experiencia, que lo hacen desinteresadamente y siempre con una sonrisa.

Estas personas (benditas personas) hablan con cariño, escuchan con paciencia, preguntan con verdadero interés cómo les va la vida. Son gestos que suscitan en mi una enorme admiración y emoción, como cuando preparan los paquetes de comida que se les entrega. He tenido la suerte de participar en esta labor y no se hace de cualquier manera, se tienen en cuenta muchos detalles, si son familias con niños se suele tener algún detalle especial para ellos. Si son personas con alguna intolerancia o enfermedad se buscan productos adecuados. Se tiene en cuenta si tienen o no posibilidad de cocinar. Si por su cultura necesitan unos tipos de productos u otros. Cada paquete se prepara con mucha atención y cariño y es mucho, mucho trabajo pero eso no importa porque en cada paquete que se prepara hay una circunstancia, una necesidad, una familia, una persona y en cada persona está Jesús.

Ahora poco a poco todos volvemos a nuestra vida  "normal", a nuestro trabajo y las verdaderas y maravillosas voluntarias de Cáritas vuelven a recuperar su puesto, a recuperar la energía y la alegría que les da hacer algo( mucho) por los demás. Y yo le doy gracias a todas las personas que me han permitido vivir esta experiencia y poder admirar así un trocito del Reino de Dios aquí en la tierra. Y le doy gracias a Dios por Su recompensa pues entender que en mi corazón caben cada vez más personas y menos "yo" es algo que me sobrepasa. Es totalmente cierto que el Señor cambia tu corazón si sales de ti mismo y te acercas a los demás, a sus necesidades y problemas porque acogiendo a los demás en tu corazón acoges a Jesús y como dice Jesús en el Evangelio, quien lo recibe a Él, recibe a quien lo envió. 

Ana Penas