¿En qué consiste la Adoración
Eucarística? ¿Dónde y cómo hacerla?
Es la oración al Santísimo Sacramento, un
encuentro cara a cara con Jesús vivo y presente bajo la especie del pan. Jesús
nos prometió que estaría con nosotros hasta el fin del mundo y ha querido permanecer de este modo en este
Sacramento del Amor.
Puedes visitar y encontrarte con Jesús
vivo, y adorarle, en los sagrarios de las iglesias, capillas y otros lugares de
culto, pero de un modo especial puedes hacerlo durante la exposición del
Santísimo, en la cual la Sagrada Hostia se coloca en la custodia, sobre el
Altar. Es un acto comunitario, en el que sacerdote y fieles oran, alaban y se
inciensa al Santísimo. Justo antes de hacer la reserva (recogida del Santísimo
al Sagrario) se da la bendición.
La Adoración puede durar unas horas o ser
continuada todo el día, si se ofrecen adoradores para los turnos de vela.
Si pensamos en las palabras de Jesús,
“Venid a Mí los que estáis cansados y agobiados”, ¿qué mejor alivio que
descansar en Él?
Jesús te conoce, sabe lo que necesitas y la situación en la
que te encuentras. Está dispuesto a ayudarte, a consolarte... Tú puedes
dialogar con Él, escucharle, dejar que su gracia transforme tu vida, ponerte en
sus manos y abandonarte en Él.
Lo primero que tienes que hacer al comenzar la
Adoración es prepararte, haciendo silencio exterior e interior, realizando
luego un acto de fe, tomando conciencia de que Jesús está verdaderamente
presente.
Algunas orientaciones prácticas te
pueden ayudar en ese tiempo de oración: la lectura de textos de la Biblia, de
libros de espiritualidad, del Evangelio de cada día, rezar con los Salmos… (La
Basílica dispone de estos libros, puedes solicitarlos). También puedes rezar el
rosario, pedir por tus necesidades y las de los demás, dar gracias, compartir
con Jesús tus alegrías y tus penas, como haces con tus amigos, o simplemente
puedes quedarte en silencio, haciendo contemplación y adoración. Ten paciencia,
Dios es esencialmente gratuidad y las iniciativas de su gracia son y serán
desconcertantes e imprevisibles. El criterio más seguro de presencia divina es
la paz.
¡Jesús
nos espera, ven y adorémosle!
Reme González Prieto.
(Publicado en el pedras vivas de febrero )