Cuantos temores, tensiones, angustias y dificultades tenemos todos los días.
¿No deberíamos hablarlo de rodillas delante del Altísimo? ¿Quién mejor que Él nos va a dar una visión distinta a nuestros problemas? Quizá no la que esperamos pero sí la que necesitamos.
Y allí esperar y ver a lo grande.
Dios no tiene rincones ni estrecheces, Dios tiene un camino grande y llano, lleno de luz que nosotros podremos admirar sólo si dejamos nuestras ridículas preocupaciones diarias.
La grandeza de Dios está a nuestro alcance, sólo debemos pedírsela y esperar a reconocerla, escondida entre todo lo que hacemos y decimos durante todo el día, en nuestras conversaciones, ahí está Dios mirándonos, escuchándonos.
Ahí lo debemos buscar, que pienso, que hablo, que contesto, como ayudo a los demás, ahí está Dios esperando mi actitud.
Ahí lo puedo encontrar.
Karol (COV Betania)
¡No te olvides de acercarte hoy a la Basílica, Alguien te está esperando!