¡¡¡TIEMPO PROPICIO PARA PRIMERAS COMUNIONES!!!



¿Por qué se celebran las primeras comuniones y qué sentido tienen para la Iglesia y para la persona que recibe por primera vez a Jesús Sacramentado? 

Estamos a las puertas de la celebración del Corpus Christi, un día en que Jesús Sacramentado pasará por las calles de nuestra ciudad, bendiciendo a todos los ciudadanos que habitamos en ella, seamos creyentes o no. Él no hace distinción, pero a quien bendice y sonríe especialmente es a los niños y niñas que acaban de recibirlo como alimento espiritual por vez primera. 

Acompañar a los niños en este crecimiento espiritual y de relación cada vez más personal e íntima con Jesús es un verdadero gozo para padres, catequistas y sacerdotes. Cuando comprenden que Jesús está vivo, que les acompaña, entiende, camina su lado, es su amigo y que, además, lo pueden recibir sacramentalmente, la alegría y emoción que sienten es indescriptible. Hablar con un niño/a del gran regalo que está a punto de recibir es como volver a aquella ilusión de la infancia en que todo era amor, brillo en los ojos y mucha paz en el corazón. 

Para recibir a Jesús los niños se preparan en el conocimiento y trato con él durante dos o tres años. Reciben la formación que necesitan. Al mismo tiempo, se tiene un especial contacto con sus padres por medio de encuentros en los que se tratan diversos temas de interés respecto a la educación integral del niño, tanto espiritual, como cognitiva. 

La primera comunión va acompañada en nuestra sociedad de una gran fiesta para familiares y amigos: queremos que los niños se sientan felices y que no olviden ese día, tratamos que todo salga perfecto. Todo lo cual está muy bien, siempre que no nos olvidemos de lo más importante, que es seguir acompañándolos en el camino de la fe y conocimiento de su gran amigo Jesús. 

Los niños aman intensamente a su padre y a su madre. Están experimentando lo que es sentirse amados por Dios y acompañados por su gran amigo Jesús, que dio la vida por nosotros muriendo en la cruz, que al tercer día resucitó y que sigue vivo en la Eucaristía y, como creyentes, también en nuestros corazones. 

¿Vamos a permitir que se apague ese fuego de amor en el corazón de los niños, sobre todo, sabiendo que Jesús siempre va a estar ahí para ayudarlos?