Ya hemos pasado el ecuador de la Cuaresma, con el Domingo Laetare. Un alto en el camino para pensar y disfrutar de la gran misericordia que Dios derrama sobre nosotros. Se nos ha presentado la parábola del hijo pródigo. Una parábola que nos llena de esperanza y anima a no tener reparos de presentar ante Dios nuestra debilidad. Nos pone en situación de identificarnos con el hijo menor, que quiere "ser libre", yéndose de casa del padre o del mayor que, estando con el padre, no ha comprendido ni reconocido lo que es amar.
Tiempo de GRACIA para entregar en el corazón de Jesús (por medio del sacerdote que actúa en su nombre) todo aquello que nos agobia, que nos pesa, que nos duele por no ser fieles a su palabra y por no cumplir con nosotros mismos ni con los demás los consejos y mandamientos que Él mismo nos regaló.
Nuestra madre la Iglesia nos acoge como somos y nos anima y perdona en nombre de Jesús mismo, devolviéndonos la ALEGRÍA y la PAZ.
Por eso podemos disfrutar del sacramento de la reconciliación siempre que lo necesitemos y, especialmente en esta Cuaresma, con la celebración comunitaria de la penitencia que se celebrará en nuestra parroquia el día 15 de abril (Lunes Santo) que nos ayudará a vivir con gran intensidad y alegría el Triduo Pascual.
Feliz Reconciliación y que la Paz de Cristo llene nuestros corazones.