Opina: Carmen Sánchez (Círculo de Oración y Vida Betania)
Estos días he visto, leído y escuchado algunos comentarios que me han llamado poderosamente la atención y que me llevan a reflexionar sobre a qué grado de pobreza moral y espiritual estamos llegando.
Comparto tres, porqué sino esto se haría muy largo y no es cuestión de aburrir. Es compartir algo que quizás, en este tiempo de Adviento, pueda servir para centrarnos en lo que de verdad importa.
Dice un feligrés de su nuevo párroco con el que, al parecer, algunos fieles tienen desavenencias: "Este cura viene a darnos lecciones de moral y cada uno tiene la suya". Apaga y vámonos fue lo primero que dije cuando lo escuché. Así que ahora va resultar que cada católico,porque supongo que este señor lo es , ya que se le ve muy preocupado por su parroquia, tiene su propia moral. Entonces ¿para que quiere este señor y los que piensan como el, a un cura?! ¡Ah claro! No pueden celebrar Misa, ni administrar los Sacramentos. Me barrunto que a este paso acabarán por exigir a quien ellos creen que corresponda, que eso lo pueden hacer los fieles, total, como tenemos derecho a todo, la parroquia es nuestra y hacemos,deshacemos y mandamos nosotros ¡Faltaría más! Vamos, que ni la respuesta del Señor Arzobispo que les dice que el párroco se ajusta a derecho con las normas que implanta les vale.
La verdad es que no sé si reir o llorar, pero lo cierto es que las preguntas se me agolpan: ¿Falta de formación? ¿Estupidez?¿ La Iglesia a mi servicio? ¿El Evangelio a mi conveniencia? Seguro que a vosotros se os ocurren más.
Y ahora la siguiente: Veo en la tele a un hombre que mirando el desastre del volcán de la Palma dice: "Hay que parar esto”. Y yo me digo ¡Hala! otro que como en la pandemia (recordáis el “juntos lo vamos a parar”) se cree que el hombre es todopoderoso y que lo puede controlar todo ¿Le ponemos una tapa de uralita al volcán? Ahora resulta que olvidamos que la isla es de origen volcánico y hubo erupciones antes de ahora y que, dejaron y dejan, a muchas personas sin sus casas y sus medios de vida; medios de vida que son, precisamente, fruto de esas erupciones.
Es descorazonador observar, no sé si es ignorancia o soberbia, la incapacidad del ser humano de hoy para aceptar nuestra insignificancia frente a la fuerza de la naturaleza y las adversidades.
Que razón tiene el Papa cuando dice: "las muchas formas de desorden moral y social generan nuevas formas de pobreza”.Y pienso yo que una de ellas es la pobreza espiritual.
Me falta la tercera cuestión, pero es que creo que me he alargado tanto,que la dejo para una próxima entrega.
Termino con un fragmento de una homilía “Para quien apoya su vida en Dios, las contrariedades son acontecimientos de los que Dios se sirve para purificarnos. Un alma así, ante las desgracias, sufre pero no teme.”