Novena de Santa María
Desde el día 6 de agosto hemos comenzado los preparativos para celebrar la Asunción de la Virgen María con una novena especial.
Este año compartiremos cada día una breve reflexión pensada para acercarnos a la Virgen.
Día 8: María, mujer y Madre
Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. (Jn 19, 26-27)
María está de pie junto a la cruz. En ese momento, Jesús la mira y le confía una nueva misión: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". No solo entrega a María a Juan, sino que nos la entrega a todos como madre. Y ella, en medio del dolor, abre su corazón para acogernos.
María nos enseña que ser madre es amar incluso cuando duele.
¿A quién te invita Dios a acoger en tu corazón?
Día 7: María, mujer intercesora
A los tres días había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga». Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora»
En Caná de Galilea, en medio de una boda, el vino se acaba. María se da cuenta y le dice a Jesús: "No tienen vino".
María no discute ni presiona. Confía. Sabe que Jesús actuará en el momento oportuno y, con esa certeza, dice a los sirvientes: "Haced lo que él os diga". Y así, de unas tinajas llenas de agua, sale vino.
La fe de María no es pasiva: ella está atenta, observa, intercede y permite que Dios actúe a su tiempo y manera.
Y tú, cuando presentas tus preocupaciones a Dios, ¿confías en que Él actúa en el momento justo?
Día 6: María, mujer de fe
Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. (Lc 2, 42-50)
María y José han perdido de vista a Jesús. Tras tres días de angustia, lo encuentran en el templo, sentado entre los maestros.
María no entiende todo lo que sucede, pero su confianza en Dios es más fuerte que sus dudas. Su fe se sostiene en la certeza de que Dios siempre cumple sus promesas.
¿Confías en los planes de Dios aunque no los comprendas?
Día 5: María, mujer fuerte
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, | puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: 3
luz para alumbrar a las naciones | y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones (Lc 2, 27-35)
En el templo, Simeón anuncia que Jesús será luz para todos y también signo de contradicción. Después, se dirige a María para decirle que una espada le atravesará el alma.
No es fácil escuchar que el camino que empieza traerá dolor. Pero María no huye de esa profecía, y permanece al lado de Jesús durante toda su vida.
María es fuerte porque ama sin condiciones.
¿En qué situación de tu vida necesitas ser fuerte como María?
Día 4: María, mujer valiente
En mitad de la noche, José recibe el anuncio y, con su familia, huye a Egipto.
No hay tiempo para preguntas ni para hacer planes.
María avanza, confiando en Dios y dejando a un lado sus temores. Es una mujer valiente, que afronta lo desconocido sin rendirse al miedo.
María es una mujer de fe.
¿Qué harías hoy si el miedo no tuviese la última palabra?
Día 3: María, mujer discípula
Y sucedió que, cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha comunicado». Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. (Lc 2, 15-19)
En Belén, mientras los pastores cuentan lo que han visto y oído, María no interrumpe. Escucha, guarda y medita. No intenta encajarlo todo de inmediato.
Quien escucha y reflexiona abre la puerta a que Dios transforme su vida.
¿Qué palabra o experiencia de estos días quieres guardar y meditar?
Día 2: María, mujer que sirve
En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? (Lc 1,39)
Nada más recibir el anuncio, María no se quedó en casa contemplando lo vivido. Se levantó y fue a ayudar a su prima Isabel, que estaba embarazada.
Porque servir es mirar más allá de uno mismo.
¿A quién puedes regalarle hoy tu tiempo o tu ayuda?
Día 1: María, mujer que dijo sí
María no sabía lo que vendría, no entendía del todo lo que Dios le pedía. Y, pese a esto, dijo sí. Su respuesta cambió la historia.
A veces lo más valiente no es tener todas las respuestas, sino confiar y dar el primer paso.
¿Y si hoy te animas a decir un sí que te acerque más a Dios?